Wednesday, March 23, 2011

Japón en frio


Hace 20 años visitaba Tokio con regularidad por motivos de trabajo, por entonces, ya era la ciudad más poblada y avanzada tecnológicamente del mundo, los taxis llevaban un GPS muy similar al Tom Tom que acaban de incorporar nuestros taxistas y las puertas de los taxis se abrían y cerraban solas para sorpresa de un españolito recién salido de la movida madrileña. Lo mío con Japón es un cúmulo de sensaciones encontradas, los admiro en muchas cosas y no me gustan en otras. Los prejuicios, que siempre nos acompañan, me hacían ver la mano más larga y más negra del capitalismo en su manera de entender la vida. Por mucho que me lo expliquen me moriré sin entender la huelga "a la japonesa" ¿Cómo puede defender sus derechos un trabajador realizando el doble de trabajo? Claro que el exceso de stock puede crear problemas, pero siempre serán inferiores al paro de la producción. En Europa no creemos que sea esa la mejor vía para conseguir mejoras laborales y sociales, de hecho, ellos carecen de ventajas sociales. Su motor vital consiste en producir más y consumir más; gracias al gran avance tecnológico llegaron a ser la 2º potencia mundial según su PIB, pero ¿ Significa ésto calidad de vida? ¿Tiene calidad de vida un trabajador cuya empresa es más importante para él que su propia familia? Estas y muchas otras preguntas me hacia y me hago con los japoneses hasta la llegada del terremoto, el tsunami y, lo más importante, la gravísima amenaza nuclear que les acecha.

Hoy,  Japón está dando un ejemplo al mundo de cómo se gestiona una crisis de estas características. Tienen perfectamente asumida la desgracia; las cifras de muertos y desaparecidos son escandalosas pero no ha habido saqueos y todos se ayudan con una solidaridad sin precedentes. El agua de Tokio tiene tres veces por encima de lo normal los niveles de radiación pero nadie huye despavorido, todo marcha terriblemente ordenado.

Me moriré sin entender muchas cosas, entre ellas cómo funciona este pueblo, pero en estos momentos se merece todo mi respeto y mi solidaridad.

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