Wednesday, January 23, 2013

Lincoln




  En las postrimerías de la Guerra Civil estadounidense que ellos llaman guerra de secesión y con los puertos del sur bloqueados por la Armada de la Unión, los stocks de productos manufacturados abarrotaban los puertos del norte, Inglaterra necesitaba el algodón, era el capitalismo incipiente y la salida de tanta mercancía requería soluciones drásticas; nada mejor que abolir la esclavitud y asalariar además a cuatro millones de negros para tener un mercado más amplio. Esto no lo dice Spielberg en su versión de Lincoln sino Marx que llegó a cartearse con Lincoln y conocía muy bien el funcionamiento del capital, no en vano lo había dejado muy claro en su obra maestra El Capital. La abolición de la esclavitud sin indemnización en los EE.UU. constituyó la mayor expropiación de propiedad privada capitalista hasta la revolución rusa de 1917. La historia, que se presenta a veces con episodios de grandes gestas y proezas con glorificación del honor, cuando se ahonda en ella, suele perder la pátina de romanticismo y se ajusta más a los claroscuros.

A Spielberg se le nota demasiado su preocupación por reflejar los debates sobre la Decimotercera Enmienda para la abolición de la esclavitud como si fuera una deuda contraída y se olvida de su profesión de cineasta obligado a buscar los lados más cinematográficos del personaje como pudo ser el asesinato del presidente. Lincoln es una película desigual, un Spielberg malo por así decirlo donde sólo se salvan los actores. Daniel Lew-Lewis, uno de los mejores actores de todos los tiempos si exceptuamos su histrionismo en Gangs of New York, compone -es un actor de método-  un Lincoln contenido  ya en los últimos momentos de su vida, de voz debil, discurso brillante, y amigo de contar anecdotas; es posible que se lleve el Oscar; a mí, me dejó frio. Sally Field es una gran Molly Lincoln y Tommy Lee Jones está sobrio como de costumbre; es uno de esos actores de la escuela natural que, como Gene Hackman, llena la pantalla con su sola presencia.

He crecido con las comparaciones y, aunque el tópico diga que son odiosas, yo, moriré con ellas; así que me quedaré siempre con el Lincoln de Ford y la interpretación de Fonda .Ford enseñó a hacer cine, a contar historias y a filmarlas con gran brillantez, no todos aprenden aunque Spielberg sea uno de sus mejores alumnos.

Wednesday, January 16, 2013

Modesta Cruz en RNE



A los amantes de la radio, el PP nos ha dejado huérfanos. RNE ha bajado sus niveles de audiencia de un modo espectacular, todo por mor de la ideología; este partido no admite la pluralidad informativa, desdeña a los profesionales que aportaban cultura, saber, conocimiento. Así, se ha cargado a Juan Ramón Lucas que dirigía intachablemente las mañanas de la emisora pública, a Javier Gallego y Carne Cruda que no dejaba títere con cabeza en su defensa de la justicia y la libertad, a Toni Garrido que había conseguido unos niveles de audiencia jamás soñados en la franja horaria de 16 a 19 horas y a muchos más, entre ellos a su director Alberto Oliart ¿Alguien puede decir seriamente que Alberto Oliart es de izquierdas? Claro que no, sólo dirigía una emisora que atendía a la pluralidad y multiculturalidad del país, hacía que RNE funcionara como una emisora digna a la altura de la BBC, algo que jamás se había logrado.

En las mañanas tenemos que aguantar a un pusilánime pepero tan soso como Manolo HH; a las 14 horas a un locutor que dice tortilia en vez de tortilla, y las 16 horas a Yolanda Flores -¿de qué se ríe esta mujer?- gran entendida en cine pero que desafortunadamente ha llegado al principio de Peter en el programa que le han asignado.

Sólo se salva Pepa Fernández los fines de semana, El ojo crítico, magnífico programa de 19 a 20 horas y Documentos RNE, que se emite los sábados de 15h a 16h. Sin duda estoy siendo injusto y se salvan muchos más, RNE siempre ha tenido un grupo de profesionales competentes y sigue habiéndolo en radio 3 y radio 5, pero yo hablo de la uno.

Documentos RNE está dirigido por Juan Carlos Soriano y desde que se creó en 1999 (entonces se llamaba 'Fin de siglo'), indaga en los personajes y acontecimientos que, desde diversos ámbitos, han marcado nuestra más reciente historia. Su formato documental cuida al máximo tres elementos básicos de la radio: el guion, la realización y la locución. El rigor histórico lo aportan cada semana los más destacados especialistas en cada tema. La singularidad de este espacio ha sido reconocida con importantes premios como el Ondas, el de Reporterismo de la Academia de la Radio de España; el Andalucía que concede el gobierno de esa Comunidad; el 28 de Febrero del Parlamento Andaluz; el del Club Internacional de Prensa y el Francisco Cossío, otorgado por la Junta de Castilla y León.

Modesta Cruz ha sido directora de El ojo crítico y ahora también presenta Marcapáginas, espacio de Radio 5 dedicado a los libros, Modesta es la locutora de Documentos RNE. Su voz puede transmitir alegría o tragedia sin que pierda un ápice de interés cuanto nos cuenta y hace más creíble un programa muy bien documentado. Si no conocéis el programa es fácil hacerlo ahora gracias a los podcasts. Documentos RNE es cultura, conocimiento, información y además es terriblemente ameno en gran parte gracias a ésta grandísima profesional a la que rindo homenaje y toda mi admiración.

Te  deseo que sigas mucho tiempo con nosotros Modesta.



Sunday, January 06, 2013

País de nieve



Lejos de Tokio, más allá de las montañas y los ríos, se haya el País de nieve, un lugar al noroeste de Japón donde nieva más que en ningún otro sitio del mundo. Allí, en una estación termal para el turismo de invierno sitúa su relato el Nobel Yasurami Kawabata. 

Shimamura, un rico comerciante de Tokio regresa al País de nieve atraído por la belleza de la estación y el tradicional estilo de vida. Pero vuelve especialmente por Komako, una joven aprendiz de geisha que conoció en un viaje anterior. Komako es una bella mujer vulnerable a sus propias emociones que madura ante los ojos de su amante. El amor apasionado que Shimamura despierta en Komako le plantea un dilema: incapaz de corresponderlo, pero a la vez fascinado por su intensidad, optará por repetir y prolongar su estancia en las termas aprovechando la distancia perfecta que le ofrece la relación huésped-geisha. Un tercer personaje, la misteriosa Yoko, teje su destino al de la pareja, con el blanco de la nieve como trasfondo y presencia continua. En este espacio mágico, uno tiene la sensación de haber tenido un encuentro con la belleza, que se nos escapa sin haberla podido poseer en su totalidad, como sucede en los delicados y poéticos haikus, que brevemente dejan asomar una simple intuición de la poesía más sutil. La novela tiene un cierto tono melancólico proporcionado por esa especie de realismo mágico que destila el talento del escritor que se suicidó a los 72 años. 

Kawabata, conocedor de la psicología femenina, juega con la imaginación del lector sin ser demasiado descriptivo. Esta economía de medios concede una elegante sobriedad a la narración, que dota de sentido los actos más mínimos e intrascendentes. Sólo los escritores realmente grandes pueden permitirse el lujo de decir mucho con tan poco. 

Leer la novela durante el trayecto Santander-Madrid en tren ayuda al goce intelectual. Al pasar por Alar del Rey a primera hora de la mañana, un fino manto de nieve cubre sus calles aún sin ensuciar; las tierras palentinas son un paisaje ideal para disfrutar País de nieve, tan llena de sensibilidad.