Tuesday, August 03, 2010

Los toros


No es extraño que la mayoría de los dueños de animales de compañía les profesen un cariño especial, en ocasiones, superior al que le tienen a alguno de sus familiares. El animal doméstico jamás les culpará por las promesas incumplidas, nunca criticará a sus dueños por una mala acción; sencillamente carece de capacidad para pensar, premisa indispensable a la hora de defender los derechos de los animales que, en bioética, han dado en llamar especismo. Las comparaciones son odiosas pero necesarias a veces para aclarar conceptos: ¿Que es más importante un toro o un niño?

En el mundo globalizado en el que vivimos, todos somos responsables de cuanto pasa; otra cosa bien distinta es que tengamos capacidad para cambiar algo, que la tenemos. Pero lo que decimos, hacemos, escribimos, enviamos, incluso lo contrario es responsabilidad de cada uno de nosotros.

Los jóvenes que se tumban desnudos y pintados de rojo en las ferias delante de las plazas de toros son, sencillamente, una panda de frívolos pequeño-burgueses que debieran preocuparse en primer lugar de los mil millones de seres humanos que pasan hambre en el mundo, o de los cuatro mil seres humanos, la mayoría niños, que mueren diariamente por falta de agua, mientras ellos se pasan media hora en la ducha para quitarse la pintura.

Hobsbawm establece una diferencia entre tradición y costumbre que no parece desacertada a tenor de los acontecimientos; según él, el poder impone las tradiciones (desfiles, procesiones etc.), que dificilmente va a prohibir, y el pueblo las costumbres (carnavales, pasacalles, corridas de toros etc.). Yo, estoy con el pueblo.

Sólo los desaprensivos disfrutan con el sufrimiento animal, yo soy de natural pacifista pero me encanta ver como se revuelve la ostra cuando le hecho el limón ¿será que el tamaño sí importa?

Aún reconociendo que es un espectáculo sangriento al que no le quedan más allá de treinta años, soy taurino de nacimiento; he visto a los mejores toreros desde los años 50 del siglo pasado y creo entender algo sobre toros. El espectáculo taurino es único e incomparable por su colorido, plasticidad y porque en ningún otro lugar se está tan cerca de la muerte sin protección. La épica y la tragedia muestran su cara más honda a la hora de crear arte con dificultad extrema. Cuando el momento sublime estalla, cuando se juntan belleza y armonía acompañados de la técnica necesaria, nace la gloria que sólo saben ver los profesionales y los buenos conocedores del toro...o los que sienten el arte.
Pocas cosas se pueden igualar a un pase cambiado de Castella, a un derechazo de Perera, a un natural de El Cid, a un estatuario de José Tomás o a un trincherazo de Morante.

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