Monday, January 04, 2010

Cuba: 51º aniversario de la revolución

Tengo tantas contradicciones como cualquiera; una de las que me definen es que soy un apátrida con dos patrias: Cuba y España. Pasé el fin de año en La Habana y el día 1º de enero bien temprano estuve charlando con un desconocido cerca de una hora. Sacaba lustre a los faros del vehículo cuando me acerqué por curiosear. Era uno de esos buses amarillos que utilizaban los americanos para desplazar a los colegiales en los 70 y que todos hemos visto en alguna película. Ahora en Cuba sirven para llevar a los empleados a las empresas, Canadá se los vendió a un precio muy económico y el conductor cuidaba su herramienta de trabajo mientras me relataba la transacción comercial y mil cosas más. "Filosofamos" sobre todo, sin que aflorara la política, y al final, como tantas veces me ha pasado allí, terminamos siendo amigos.
Cuba para mi es un cúmulo de sensaciones encontradas, siempre debatiéndose entre lo deseable y lo posible como un rompeolas de ilusiones. En la línea Lampedusa, las cosas cambian para que todo siga igual, ora es el "periodo especial", ora el "proceso de rectificación de errores", el caso es seguir a pesar del bloqueo, que tampoco desaparece con Obama.

A pesar de todo, es difícil encontrar un pueblo más optimista, más creativo y con más capacidad para construir humor con sus propias carencias. Como dice mi amigo Ángel Matilla, La Habana es otro entuerto en nuestras vidas, de no conocerla como la conocemos seria un sueño de mulatas y sexo, pero para los que la conocemos, sabemos que hay más vida además de la vida; es un referente y una esperanza para los jodidos de este mundo, un rayo de luz para combatir el analfabetismo y la desnutrición. Cuba sigue siendo el país de menor mortalidad infantil en toda America incluido EE.UU.; es una desgracia que este dato carezca de importancia para tanta gente.

No corren buenos tiempos para la lírica revolucionaria, no tengo capacidad para saber como será la inevitable transición, solo deseo que no haya sangre y que "la gusanera" no acuda como la jauría de sabuesos que son para acabar con el malecón y llenarlo de Mac Donald y Kentuky fried Chikens, porque entonces, se que lloraré.
Los cubanos son capaces de hacer música con su vida; os dejo con la mayor gloria de la historia de la música cubana: El bárbaro del ritmo, Beny Moré.

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