Friday, July 29, 2011

Logicomix


"Nada humano me es ajeno"
La frase de Terencio Flavio, pronunciada hace 2.500 años era la favorita de Marx y seguramente también lo era de uno de los personajes más importantes del siglo XX, el premio Nobel Bertrand Rusell (1872-1970).

Las matemáticas pueden contener tanta emoción humana como un poema, una pintura o un culebrón. Eso es lo que descubre el lector de Logicomix, un trepidante cómic de aventuras cuyo protagonista, el propio Rusell, es un lógico que busca obsesivamente un lenguaje matemático que pueda ser universalmente válido. Parece algo, a priori, condenado a un escaso éxito comercial. Pero hay ocasiones en que la lógica no se impone, y Logicomix (editorial Sins Entido) se ha convertido en un bestseller internacional que aquí va ya por la segunda edición en tan solo dos meses.
Junto a Russell, desfilan cientificos de lujo como Georg Kantor, Kurt Gödel, Henri Poincaré, Alan Turing o, especialmente, un inquietante y acelerado Ludwig Wittgenstein. En palabras del filósofo Fernando Savater, “un equipo de personas excepcionales que apenas llegaron a conocerse entre sí y que intentaron averiguar qué es la certidumbre y de qué podemos estar seguros sin lugar a dudas y temores”.
Logicomix llega precedido de un gran éxito en los países donde se ha publicado; ha sido el cómic más vendido en EE.UU. y Grecia, y ha ocupado varios meses el top ten de Amazon. Su feliz coincidencia en las librerías con la nueva edición de la Autobiografía de Russell (Edhasa), por primera vez en un solo volumen, pone al pensador británico de moda.
La gesta intelectual de Russell no fue poca cosa, y abarcó un gran número de disciplinas. Pero el libro se centra, sobre todo, en los Principia Mathematica (que escribió junto a Alfred North Whitehead), impenetrable tratado que ocupó varios años a sus autores –se fueron a vivir juntos incluso– y en el que dedican nada menos que 362 páginas a demostrar que 1 + 1 = 2. Era tan difícil de comprender que la editorial, Cambridge University Press, no encontró a nadie capacitado para juzgar la calidad de la obra y finalmente decidió no publicarla, de modo que se la autoeditaron.
Me moriré sin saber porqué 1 + 1 es igual a 2, pero mi admiración por Bertrand Russell, por sus valores éticos y morales y por su interpretación del laicismo y del pacifismo, me acompañaran hasta el final.

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