A media hora de
El 31 de octubre de cada año se conmemora el juicio a Las Brujas de Salem, mujeres que fueron enviadas a la hoguera por estar poseídas por el demonio.
Los norteamericanos, que no tienen sentido del ridículo pero si del negocio, no paran de meternos el miedo en el cuerpo para gloria de su primera industria que es la del armamento y de la segunda que es la del cine, también nos han vendido la comida basura, el pensamiento basura y el cine de terror, así que hay que atemorizar al personal, y para ello nada mejor que promocionar el Halloween por el mundo, que no da miedo pero vende mucho.
Salem, ciudad que vive todo el año de las brujas, recibe más de 800.000 visitantes al año. Es la meca de la brujería, del ocultismo, de la superchería y de todo aquello que no alcanzamos a entender desde la ciencia, que es una desalmada.
Tal día como hoy, en Salem se disfrazan hasta los perros, y sus museos se llenan de curiosos ávidos de conocer los secretos del arcano y de explorar las costumbres macabras y los rituales de las brujas en su danza secreta con la muerte. Porque hay que decirlo, las brujas existen, es más, han existido siempre, el poder de sus pócimas, elixires y conjuros han hundido a reyes en el fango y elevado a los cielos a plebeyos, su magia no conoce límites. Fantasmas hay unos cuantos pero brujas... ¡Ay, si yo te contara...!
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