Mario Bunge es el más importante e internacionalmente reconocido filósofo hispanoamericano del siglo XX. Físico y filósofo de saberes enciclopédicos y permanentemente comprometido con los valores del laicismo republicano, el socialismo democrático y los derechos humanos, son memorables sus devastadoras críticas de las pretensiones pseudocientíficas de la teoría económica neoclásica ortodoxa y del psicoanálisis “charlacanista”.
Estos son algunos de sus interpretaciones sobre neologismos que me han parecido interesantes compartir:
El basureo es un aspecto de la competencia. Nos aventaja mostrar que nuestro competidor es menos competente, honesto, lindo, etc., que nosotros. El basureo ha servido al colonialismo y al racismo: es más fácil esclavizar a seres declarados inferiores.
Basureamos justificadamente cuando probamos que el objeto de nuestro desprecio ha sido elogiado por virtudes que no tiene. El basureo es injusto cuando consiste en negar virtudes auténticas. Y es cruel cuando la víctima es una persona inofensiva.
Obsérvese la diferencia entre ningunear y anonadar o liquidar. Ningunear es fingir que una persona no existe. Esto es lo que hacen los plagiarios y los autores que olvidan deliberadamente a colegas que les precedieron.
Por supuesto, no es necesario escribir para ningunear. Ningunea quien, cuando se menciona méritos de otra persona, pregunta despectivamente: “¿A quién le ganó ése(a)?” La idea subyacente es que todos corremos carreras, y que sólo valen quienes las ganan, independientemente de los medios de que se valieron.
En cambio, anonada o liquida a una persona quien la mata o borra señas de su existencia, tales como fotografías. Los muchachos de Stalin practicaban el arte de liquidar, tanto física como fotográficamente. Por ejemplo, retocaban fotografías en las que aparecía junto al Gran Jefe un difunto que lo había fastidiado, y de un saque lo extraían de la historia.
El ninguneo se practica en todas las escalas, desde el individuo hasta pueblos o períodos históricos. Por ejemplo, un mandatario azteca hizo quemar todos los documentos de los Mexicas, para que los vencidos perdieran su auto-estima y con ello su esperanza de recuperar su independencia.
En los regímenes totalitarios se ningunea al individuo al par que se florea al Estado o al partido dominante y su cabeza. Una de las consignas más populares del régimen nazi fue Du bist nichts, Dein Volk ist alles: Tú no eres nadie, tu pueblo lo es todo. Y el Mariscal Goering declaró una vez que la Revolución Francesa de 1789 no había ocurrido.
Un proverbio inglés dice Where everybody is somebody, nobody is anybody. (Allí donde todo el mundo es alguien, nadie es algo.) Este proverbio es una crítica a la mediocracia, el régimen en el que mandan mediocres.
No hay que basurear a los mediocres, porque se puede ser mediocre en un aspecto y sobresalir en otro. Ejemplo: el profesor que, aunque no es original, sabe enseñar. Otro: el gerente o funcionario que, aunque no se destaca por sus conocimientos técnicos, sabe organizar, arbitrar, motivar o elegir.
Algunear es muchísimo más difícil que ningunear: exige procrear, educar, ayudar de manera decisiva a vivir, o armar una campaña para que se crea que una persona tiene méritos de los que carece.
El buen alguneador ayuda a crecer: es un mentor o padrino. Los artesanos y los científicos no crecen espontáneamante, sino que se forman como aprendices de maestros avezados. Son ayudados a crecer por alguneadores de pro.
A los tiranos de oficina les gusta conceder ascensos inmerecidos.
Esto ocurre, por ejemplo, cuando un funcionario universitario nombra a dos docentes sin antecedentes usando el presupuesto que tiene para nombrar a un profesor con credenciales. Este tiranuelo pone en práctica lo que llamo ‘aritmética decanal’, en la que 0+0 = 1. ¡Flor de alguneo! (¿Le gusta este ejemplo de ninguneo?)
El alguneador de mala fe transforma a enanos reales en gigantes aparentes. Esta es tarea de empresas de publicidad comercial o política. Un ejemplo reciente es la súbita transformación del hijo menor del dictador norcoreano en general de alta graduación y heredero del trono.
El alguneo desmesurado se practicaba en la Antigua Roma cada vez que se decretaba que el emperador era divino. Y lo viene haciendo la empresa Michelin con sus muñecos antropomórficos llenos de aire.
¿Å quién le ganaste, fantoche Michelin? ¡Sin ton ni son, qué grande soy!
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