Gran Vía 1910-2010

Para un madrileño "carroza" y además cinéfilo como yo, no podía pasar desapercibido el centenario de la Gran Vía.
Durante cortos espacios de tiempo y por motivos que solo conocen los que me conocen, viví en el piso 27 de la Torre de Madrid y también en el Edificio España, al que mi tía la "americana" llamaba "edipish espain", ahí es "na" el inglés que sabia mi tía. Trabajé muy joven en uno de los sitios más clásicos de entonces, El Abra. Si preguntas a la Wikipedia te dirá que es un sitio arqueológico, pero también fue algo más que Internet aún no ha descubierto. El Abra (Gran Vía, 9 dando a Caballero de Gracia) en los sesenta era un icono para la golfería madrileña que, menos en famosos, contrabando de penicilina y medias de nylon, ganaba a Chicote en todo, pero eso es otra historia.
La Gran Peña en el nº1, Grassy en el 2, Samaral en el 7, Golídia, la joyeria Aleixandre, Fuentesila, los zapatos Segarra, Los Sotanos, Montestoril, El Rex, El Azul etc, mucha tela...
Para la chavalería que no vivíamos en el centro, la Gran Vía era Nueva York. Las pandillas que disponíamos de mínimos acudíamos a los cines de estreno los domingos por la tarde, si además era el domingo de resurrección, lo hacíamos con más ganas pues se estrenaban las mejores películas del año. Allí descubrimos en el cine Gran Vía a Elvis Presley en "King Creole", a Marilyn Monroe en "Con Faldas y a lo loco" en el Lope de Vega, a Billy Wilder como director de "Uno, Dos, Tres" en el Callao, a Cliff Richard y los Shadows en The Young Ones en El Palacio de la Música, a Charlton Heston en "El Cid" en el Capitol y a Doris Day y Rock Hudson en el Coliseum, el lugar donde siempre estrenaban sus comedias. Algo más arriba, en El J'hay, solíamos perder unos minutos contemplando el cartel de Naima Cherky y nos imaginábamos como se le caerían los velos con los movimientos de la danza del vientre a la artista a la que "las malas lenguas" achacaban un noviazgo con Gento.
Hoy La Gran Vía madrileña se ha convertido en nuestro Broadway particular, sus musicales no son inferiores a los de Londres o Nueva York, en ocasiones incluso, sale ganando la representación madrileña.
Larga vida a La Gran Vía.