Como ya tenemos una capital de provincias en España con un color especial y no se trata de ofender a nadie, diremos que Salamanca tiene un color único. La piedra arenisca del pueblo cercano de Villamayor con la que siempre han construido, hace que cambie de color de la mañana a la tarde hasta el punto de ver oro puro en sus paredes cuando el sol se asoma, "la ciudad dorada" la llamó Unamuno.
Sus dos catedrales -la vieja y la nueva- se funden en un abrazo para gloria del románico y el gótico. Gracias a la última restauración, se puede acceder hasta situarse a tres metros de La Torre del Gallo de la catedral vieja y allí emocionarse, a sabiendas de que "más de 800 años nos contemplan". La realidad es que es una ciudad con una historia apabullante para el mundo de las artes y las letras.
También encuentras en sus calles arte bizantino, mudéjar, florentino, barroco, plateresco, churrigueresco y un palacete modernista de principios del siglo XX con colecciones de art nouveau y art déco absolutamente fascinante: La casa Lis http://www.museocasalis.org/. En su interior puedes apreciar Las libélulas de Lalique, láminas de Alfons Mucha, reproducciones de la lámpara Dragonfly de Emíle Gallé, huevos de Fabergé, broches de Pierre Bex, una colección de Criselefantinas espectacular y diseños de los mejores artistas de la época.
Salamanca es "pata negra" y no solo por el jamón, que también. Españolito o extranjerito que vienes al mundo o que deambulas por él, no te vayas sin conocer la ciudad dorada de Castilla.
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