Sunday, May 19, 2013

Payoponi, frijolito, chiguagua, sudaca...





Durante años nuestra prepotencia a la hora de tratar a nuestros hermanos de lengua del otro lado del atlántico no ha tenido límites: Payoponi, frijolito, chiguagua o sudaca, eran algunos de los apelativos peyorativos con los que los definíamos entre sonrisitas cómplices. Pero la vida da muchas vueltas, hoy son nuestros jóvenes los que tienen que ir a ganarse la vida a -entre otras partes- Latinoamérica. Son países emergentes y el nuestro se hunde sin vuelta atrás. La emergencia económica ha transformado Latinoamérica en un destino para nuestros jóvenes que ven como una bocanada de aire fresco dar el salto ante la asfixia que viven en nuestro país. La crisis afecta a una legión de jóvenes sobradamente cualificados que vamos perdiendo como un goteo incesante y un despilfarro con cargo a los Presupuestos del Estado del que se benefician otros países. El talento emigra como en los años veinte del pasado siglo por la hambruna, en los cuarenta por la guerra, y en los sesenta otra vez por el hambre y la necesidad, pero siempre se nos van los mejores. Desde el año 2009 han abandonado nuestro país más de medio millón, y nadie en las esferas del poder parece preocuparse por tanta pérdida de talento.
Méjico, Brasil y Ecuador son grandes receptores de médicos, ingenieros, arquitectos, profesores universitarios etc., mientras nuestras universidades se quedan desiertas y nuestro tejido empresarial se paraliza. El Gobierno ecuatoriano de Correa ha contratado a 150 médicos y necesitan más. Quién nos lo iba a decir hace unos años, ¿verdad?

Son una generación perdida para nuestro país; un error que pagaremos caro por el empobrecimiento técnico e intelectual que representa.  Es un grito silencioso, una pérdida de la que nadie parece escandalizarse y menos que nadie un Gobierno responsable de arrebatarnos nuestros grandes logros sociales y de hipotecar nuestro futuro de un modo irreparable.
Desde la tristeza que suponen estas pérdidas se hace obligado desearles suerte en la aventura americana. Algunos ya se han estabilizado y responden cuando les preguntan: ¿Volver?, ¿Para qué?
No les faltan razones.

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