Para fomentar ese talento ha surgido una asociación cubano-norteamericana sin ánimo de lucro llamada Metales para la Habana. El estrecho de la Florida es sólo eso: un estrecho muy estrecho ante la inmensidad del pentagrama musical. La música, dicen, "está por encima de la política".
Los integrantes de Metales para La Habana (Horns to La Havana, en inglés) son músicos de la Orquesta de Jazz del Lincoln Center y otras formaciones; este año será el tercero que visiten La Habana aprovechando que el gobierno de Obama abrió la puerta a los viajes culturales de estadounidenses a la isla caribeña. En 2011 fueron hasta allí para dar clases magistrales a los estudiantes, pero también a entregar saxos, trompetas, baterías, violines y demás instrumentos para equipar cuatro orquestas de jazz acústico, valorados en 250.000 US $. En la comitiva viajó también un grupo de Luthiers a impartir talleres de reparación y mantenimiento de cañas, cueros, cuerdas, arcos, boquillas...y una larga lista de material perecedero conscientes de las dificultades de la isla. A quienes conocemos bien Cuba no nos extraña que los músicos norteamericanos se quedaran impresionados ante el potencial de los jóvenes músicos cubanos.
Este año piensan redoblar sus jam sessions libres de visados e incidentes diplomáticos y dar conciertos en el García Lorca. Será en septiembre; algo raro tendría que pasar para que me lo perdiera.
¿No es bonito?
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