La vida de Stéphane Hessel está plagada de casualidades en las que siempre le acompañó la fortuna. Judío alemán vivió desde los siete años en Francia. En 1939, recién iniciados sus estudios superiores, es movilizado. Dos años después se une a la resistencia en Londres con el general De Gaulle. Apresado por la GESTAPO en 1944, huye de Buchenwald, pero lo detienen hasta que consigue escapar de una muerte segura al cambiar su identidad por la de un preso muerto. Tras la guerra, convertido en diplomático, participa en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En los últimos años ha viajado varias veces a Gaza para denunciar la situación de la franja.
¡Indignaos! le dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. Hessel clama contra los paraísos fiscales y dice que el poder del dinero nunca fue tan grande ni tan miserables sus gestores financieros. "La peor actitud es la indiferencia, si os comportais así perdéis uno de los componentes esenciales que forman al hombre. Uno de los componentes indispensables: la facultad de indignación y el compromiso que la sigue".
Los logros sociales que tanto esfuerzo costaron se están perdiendo a pasos agigantados, si la juventud no despierta, tiene un futuro muy negro. Stéphane Hessel y José Luis Sanpedro lo tienen muy claro, han visto y han vivido mucho, pero les queda la palabra para decir que el terrorismo no es la vía, en la línea de Mandela y Luther King, es decir, por vías pacíficas, gritan para despertar a las nuevas generaciones: ¡INDIGNAOS!
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