La fecha no es casual, 21-3 recuerda la triplicación del cromosoma 21, conocido comúnmente como Síndrome de Down. Curiosamente ningún medio se ha hecho eco de la noticia, lo que deja claro el camino que queda por recorrer para el reconocimiento de estas personas y su derecho a una inclusión plena en la sociedad.
El síndrome de Down es una alteración genética que se produce en el momento mismo de la concepción, al unirse el óvulo y el espermatozoide. La causa que lo provoca es, hasta el momento, desconocida. Cualquier ser humano puede tener un niño con síndrome de Down, no importa su raza, su credo o condición social.
Yo he conocido a un síndrome de Dawn un poco tarde y no sabia muy bien como comunicarme con él; fuera de las personas de su entorno como los profesores, cuidadores y familiares, la sociedad, con tantos prejuicios y desconocimiento, no sabe como tratarlos.
Los padres tampoco ocultan que no están educados para tratarlos al principio; pero sí saben que pasada la lógica tristeza, los momentos de felicidad son muy superiores a los malos.
Un síndrome de Down es una persona con una alta sensibilidad e interés por el conocimiento, aun a sabiendas de sus dificultades, que conocen. Sus esperanzas de vida alcanzan los 60 años y si tienen una buena atención, gozan de calidad de vida.
La curiosidad, que tanta gente de mi edad ha perdido, no abandona nunca a un síndrome de Down, con ellos también podemos seguir aprendiendo.
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