Envergar el foque comienza con amarrar un aro fijador al puño de escota. ¿Te has enterado de algo? no te preocupes, yo tampoco. Botalón, gavias, vergas, bauprés, trinquete, el foque...son palabras que, de no ser por el cine o la lectura, sonarían a chino a quien como yo, conoció el mar a los dieciocho años -ahora me costaría vivir lejos de él- y si oye decir Barlovento o Cabo Mayor le suena a dos buenos restaurantes que hay en Madrid. Lo cual no me impide sentirme afectado ante las tragedias de la mar o maravillarme como un niño ante la visión de bergantines, fragatas, corbetas y navíos antiguos como los de los siglos XVII y XVIII cuando Inglaterra y España eran potencias marítimas.Santander con su estética decadente pero siempre hermosa, ha celebrado del 11 al 15 de septiembre el 2º Festival del Mar. El motivo es la conmemoración del titulo de Ciudad otorgado por el rey Fernando VII hace 250 años pero, podría servir cualquier otro si se trata de reunir a los veleros clásicos más grandes del mundo en su preciosa bahía y además con un sol esplendido; como anécdota, la capital cántabra salió al día siguiente en todos los telediarios de España por lluvia extrema.
Espectáculo que no deja indiferente a nadie, sobre todo a los que siempre nos gustaron las películas de barcos como las que ya no se hacen. Me gustó mucho Master and Commander pero nada las del capitán Sparrow y su Perla Negra; si ha habido una goleta que surcara los mares como ninguna en el cine, esa fue La Peregrina. El Mundo en sus Manos de Raoul Walsh, es sin duda mi película favorita del genero, la lucha por la duquesa rusa que encarnaba Ann Blyth y la carrera de barcos que protagonizaban Gregory Peck y Anthony Quinn son cosas que ahora no hay talento para hacerlas.
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