Thursday, August 08, 2013

El cautivo de Granada





Después de Grecia y Roma el mundo conoció otro gran avance en las artes y las ciencias con el Islam. Al Ándalus florecía culturalmente; la ciencia musulmana por excelencia: la medicina, se encontraba mucho más avanzada que la europea y la peste bubónica o peste negra que asoló y acabó con un tercio de la población europea en el siglo XIV afecto en menor medida a Al Ándalus porque ya conocían el modo de propagación y contagio y, sobre todo, por la higiene, algo bastante desconocido en la Europa de la época. 
No es extraño que los musulmanes  añoren como símbolo esa época dorada.
 Después de la pérdida de Granada, el mundo islámico no ha conseguido desarrollar una cultura que separe la religión de la política; la necesita para convivir, si no quiere seguir desangrándose. 


El toledano Marceliano Galiano que obtuvo un gran éxito en su primera incursión literaria sobre los últimos días del reinado nazarí con El aroma del arrayan (reditores), vuelve a deleitarnos con otro primor histórico El cautivo de Granada ((ALMUZARA) situado en el convulso siglo XIV (VIII de la Hégira) en Al-Ándalus. Un siglo lleno de pactos, traiciones y luchas fratricidas pero también de armonía con lazos de amistad entre el sultán nazarí y el rey cristiano Pedro el Cruel. 
Como hilo conductor del relato el autor utiliza el recurso literario al modo de los clásicos cuentos árabes con aromas evocadores de épocas fastuosos. La historia de sus dichas y desdichas se la cuenta todas las noches hasta el alba Lisan Al-Din a su carcelero Jalid.

Con Lisan Al -Din ibn al -Jatib, fascinante personaje nacido en Loja (Granada),  médico, filósofo, poeta, autor de más de setenta obras  y que ejerció de visir en el Reino nazarí viajamos por el Magreb, visitamos la Corte meriní de Fez y conocemos las dependencias de la Alhambra muchas de ellas en construcción como el Patio de los Leones. La novela crece en intensidad conforme avanza hasta el desenlace final cuando Lisan Al Din  en el Mexuar, decide defenderse a sí mismo ante el consejo de Ministros en un juicio en el que todos saben el desenlace. El autor ama a su personaje y reivindica su nombre tan poco conocido en el mundo occidental. Es una novela para leerla y disfrutarla sin las prisas a las que nos somete la tecnología, única manera de alcanzar el goce intelectual de la lectura que las nuevas generaciones están perdiendo. 

Dice Sánchez Dragó en una de sus múltiples salidas de tono que no existe la novela histórica: o es novela o es historia. Yo le animo a que lea esta y si no es tan zorrocotroco como yo pienso seguro que cambia de opinión.

Sr. Galiano: que Allah le guie por los senderos del éxito y le otorgue varias docenas de ediciones de su hermosa novela.

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