Después de
Grecia y Roma el mundo conoció otro gran avance en las artes y las ciencias con
el Islam. Al Ándalus florecía culturalmente; la ciencia musulmana por
excelencia: la medicina, se encontraba mucho más avanzada que la europea y la
peste bubónica o peste negra que asoló y acabó con un tercio de la población
europea en el siglo XIV afecto en menor medida a Al Ándalus porque ya conocían
el modo de propagación y contagio y, sobre todo, por la higiene, algo bastante
desconocido en la Europa de la época.
No es extraño que los musulmanes añoren como símbolo esa época dorada.
No es extraño que los musulmanes añoren como símbolo esa época dorada.
Después
de la pérdida de Granada, el mundo islámico no ha conseguido desarrollar una
cultura que separe la religión de la política; la necesita para convivir, si no
quiere seguir desangrándose.
El toledano
Marceliano Galiano que obtuvo un gran éxito en su primera incursión literaria sobre
los últimos días del reinado nazarí con El
aroma del arrayan (reditores), vuelve a deleitarnos con otro primor
histórico El cautivo de Granada
((ALMUZARA) situado en el convulso siglo XIV (VIII de la Hégira)
en Al-Ándalus. Un siglo lleno de pactos, traiciones y luchas fratricidas
pero también de armonía con lazos de amistad entre el sultán nazarí y el rey
cristiano Pedro el Cruel.
Como hilo conductor del relato el autor utiliza el recurso literario al modo de los clásicos cuentos árabes con aromas evocadores de épocas fastuosos. La historia de sus dichas y desdichas se la cuenta todas las noches hasta el alba Lisan Al-Din a su carcelero Jalid.
Como hilo conductor del relato el autor utiliza el recurso literario al modo de los clásicos cuentos árabes con aromas evocadores de épocas fastuosos. La historia de sus dichas y desdichas se la cuenta todas las noches hasta el alba Lisan Al-Din a su carcelero Jalid.
Con Lisan Al
-Din ibn al -Jatib, fascinante personaje nacido en Loja (Granada), médico, filósofo, poeta, autor de más de setenta
obras y que ejerció de visir en el Reino
nazarí viajamos por el Magreb, visitamos la Corte meriní de Fez y conocemos las
dependencias de la Alhambra muchas de ellas en construcción como el Patio de
los Leones. La novela crece en intensidad conforme avanza hasta el desenlace
final cuando Lisan Al Din en el Mexuar, decide
defenderse a sí mismo ante el consejo de Ministros en un juicio en el que todos
saben el desenlace. El autor ama a su personaje y reivindica su nombre tan poco conocido en el mundo occidental. Es una
novela para leerla y disfrutarla sin las prisas a las que nos somete la
tecnología, única manera de alcanzar el goce intelectual de la lectura que las
nuevas generaciones están perdiendo.
Dice Sánchez Dragó en una de sus múltiples salidas de tono que no existe la novela
histórica: o es novela o es historia. Yo le animo a que lea esta y si no es tan
zorrocotroco como yo pienso seguro que cambia de opinión.
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