Monday, January 05, 2015

Nuevas del aire


Se echan de menos políticos como él. Por eso creo que acerté con la portada de Nuevas del Aire en su despedida. Seis meses antes, el profesor Tierno Galván, me había concedido una entrevista en la que hablamos de lo divino y de lo humano hasta que su secretaría me lo permitió. Con anterioridad había entrevistado a Santiago Carrillo, Gerardo Iglesias, incluso a Manuel Fraga. Cuando me concedieron la entrevista con este último, se convocó una reunión urgente de la Junta Rectora de la Cooperativa de auxiliares de vuelo de aviación civil que era quien editaba la revista y, como no se fiaban de las preguntas que le podía hacer a Fraga un rojo como yo, decidieron que me acompañara el Presidente de la cooperativa, un gallego muy facha que nada más llegar a la sede de Alianza Popular se puso a hacer reverencias a todo el mundo hasta que apareció el líder, entonces casi le lame los zapatos. Fraga aguantó veinte minutos mis preguntas incómodas mientras mi acompañante alababa lo rica que debía de estar la queimada que elaboraba el ínclito.
 No es por echarme flores pero creo que los dos años que llevé la revista fueron los de máximo esplendor. Se autofinancíaba con la publicidad que conseguí y con la que me dejó Quino e incluso nos sobraba dinero que naturalmente revertía en la cooperativa. En alguna ocasión hicimos una tirada de cinco mil ejemplares para tratar de que llegara a todos los tripulantes y a todas las delegaciones de Iberia en el mundo.

Todo iba muy bien hasta que Almodóvar me concedió una entrevista. Yo solía ir a jugar al póker con profesionales a la timba de Pepe el Guapo, también apodado “el niño”, donde no faltaba de nada. Estaba en el primer piso de la calle Lope de Rueda 4 y Almodóvar vivía en el piso de arriba, ambos nos cruzábamos a menudo en la escalera y también nos veíamos a veces en el sótano de la casa donde vivía un abuelo que tenía siempre el puchero en la lumbre y carecía de luz artificial pero que tenía muy buen “material”. Aún no sé cómo pero ya puedo decir que sobreviví a la movida de los ochenta. El caso es que como todas las entrevistas tenía que autorizarlas la junta rectora y yo les daba  muchos problemas  decidieron convocarme para decirme que: “No era conveniente por el buen nombre de la cooperativa que entrevistara a un homosexual porque había compañeros a los que les podía molestar”. Naturalmente dejé la revista que ya nunca volvió a ser la misma y ya os podéis imaginar todo lo que les dije a la Junta Rectora.  

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