Contra la
censura
Corría 1986 y los vientos de libertad se
colaban por todas las rendijas menos por algunos espacios tan impenetrables
como CEAVAC (Cooperativa española de auxiliares de vuelo de aviación civil).
Yo solía ir
a jugar al póker con profesionales a la timba de Pepe el “Guapo”, también apodado
“el niño”, donde había de todo. Estaba situada en el primer piso del nº 4
de la calle Lope de Rueda y Almodóvar
vivía en el piso de arriba; ambos nos cruzábamos a menudo en la escalera y
también nos veíamos a veces en el sótano de la casa, allí vivía el “cara
esquina”, un abuelo que siempre tenía el puchero en la lumbre y carecía de luz
artificial pero al que no le faltaba nunca buen “material”, aún no sé cómo pero
ya puedo decir que sobreviví a la movida de los ochenta. Uno de esos días le pedí a Almodóvar una
entrevista para publicarla en la revista y me la concedió sin problemas.
El caso es
que como todas las entrevistas tenía que autorizarlas la junta rectora de
Nuevas del Aire y yo les daba muchos
problemas decidieron convocarme para
decirme que en este caso: “No era conveniente por el buen nombre de la
cooperativa que entrevistara a un homosexual porque había compañeros a los que
les podía molestar”. Al parecer no tuvieron bastante con Franco. Ahí acabó mi corta
carrera de periodista aficionado pero siempre estaré no solo contra la censura
sino contra la peor parte de la censura: la autocensura.