Monday, September 08, 2014

De aquellos barros...

En 1978, en plena guerra fría, el gobierno democrático de Afganistán, país perteneciente a la órbita soviética solicitó ayuda a la URSS para acabar con los muyahidines, mártires de Alá que tenían la pretensión de imponer la Guerra Santa y crear un nuevo Estado Islámico en el país.
El Gobierno de Taraki había iniciado un programa de reformas para acabar con el feudalismo y llevar a Afganistán al siglo XX que pasaba por eliminar la usura; implantar una gran reforma agraria que acabara con las plantaciones de opio; alfabetizar al país (por primera vez en las escuelas se enseñaba en las lenguas nativas de los alumnos y se impartía la misma educación para ambos sexos); permitir a las mujeres conducir, transitar libremente y abandonar el velo a voluntad; abolir la dote; integrar a la mujer al trabajo y a estudios universitarios así como a la vida política con cargos públicos (siete mujeres fueron elegidas al Parlamento; establecer un salario mínimo, legalizar los sindicatos y, algo que no podían consentir. los muyahidines, la separación Iglesia –Estado
El por entonces presidente de los EEUU Jimmy Carter, uno de los presidentes más inteligentes que ha tenido Norteamérica a lo largo de su historia y hoy olvidado por pacifista, se desentendió durante tres años del enfrentamiento entre soviéticos y muyahidines porque sabía que ayudar a los mártires de Alá no podía reportar nada bueno a los EEUU. La llegada de Ronald Reagan cambió radicalmente la situación. Reagan apostó por luchar contra el comunismo a cualquier precio, con eso ganaba popularidad y de paso ayudaba a la primera  industria de su país: El Armamento. EEUU comenzó la ayuda a los muyahidines con asesores logísticos, tanques, armas y millones de dólares. Gracias a esa ayuda nació la fracción talibana, una escisión más radical aún de los muyahidines que creció hasta hacerse con el país. Los soviéticos se fueron en 1989 pero los talibanes, los amigos de EEUU, se implantaron en el país con las consecuencias que todos conocemos. “Estos caballeros son el equivalente moral a los padres fundadores de América” dijo Ronald Reagan durante la recepción en la Casa Blanca (1985) de los “héroes d la libertad”: los talibanes.

De aquellos barros… 

Friday, September 05, 2014

Sorolla, Ballet Nacional de España


En el año 1911, la Hispanic Society de Nueva York encargó a Sorolla 14 grandes cuadros para la Biblioteca de la Institución. Sorolla plasmó en ellos su visión personal de España, sus costumbres y sus bailes. Partiendo de esta idea, el director del BNE (Ballet Nacional de España), Antonio Najarro ha montado un soberbio espectáculo que puedes ver, si consigues entrada, en Los Teatros del Canal de Madrid.hasta el 14 de septiembre.
Con una escenografía preciosista, un vestuario en deliciosos tonos pastel nada estridente, una luz sugerente,  una sorprendente utilización de los medios audiovisuales, una música muy apropiada y una coreografía magnifica no es difícil que el público se entregue desde el primer momento a un delicatessen para los sentidos.  Los números transcurren como un petit plaisir que el espectador saborea preguntándose cómo se puede tener tan buen gusto. Con escasos protagonismos porque se trata de un montaje coral donde nadie destaca pero todos están perfectos, Sorolla se sale del cuadro y  con él realizamos un viaje por varias zonas geográficas de nuestra península a través de las danzas más significativas del folclore como la jota, la muñeira o el aurresku hasta el remate final que, como no podía ser de otro modo, está dedicado al flamenco;  un flamenco sin peineta ni pandereta pero conservando sus raíces auténticas; un arte que es parte del Patrimonio  Inmaterial del la Humanidad. Son danzas fruto de un trabajo muy documentado y que aquí se presentan como algo fresco y nuevo.
Nada habría complacido más al maestro valenciano que esta representación de su Visión de España que con toda seguridad alcanzará grandes éxitos en España y en el extranjero.