La segunda cadena (la 2), está reponiendo los domingos por la noche la serie Lorca, muerte de un poeta. Como todo lo que está bien hecho, y ésta serie lo está, no ha perdido vigencia después de veinticinco años. Basada en la reconstrucción que hizo el hispanista Ian Gibson de la vida del poeta granadino, y dirigida por Juan Antonio Bardem, en la serie aparecen momentos culturales muy brillantes de nuestra historia, con la generación del 27, Buñuel, Alberti, Dalí, Luis Rosales, que el franquismo cortó de cuajo.
En uno de los capítulos aparece mi primo Carlos Cruz en el papel de Manuel Torre, el cantaor más famoso de la época, la seguirilla que canta, y creo que no me dejo llevar por la pasión familiar, está a la altura de los más grandes:
La cultura es patrimonio de la izquierda como se vio en esos momentos y como se ve en nuestros días, por eso la generación del 27 tuvo que huir para salvar sus vidas y Federico, que se quedó aquí porque no podía imaginarse lo que le esperaba pagó con su vida. Después de 75 años nos siguen surgiendo las preguntas ¿Porqué mataron a Federico? Un hombre que derrochaba ternura, simpatía y generosidad, un artista genial, un granadino con duende que no había hecho mal a nadie. Sólo se explica desde la crueldad de un régimen que odiaba la cultura. Diez años después de su muerte y ocho después de acabada la guerra civil, los que preconizaron "El Glorioso Alzamiento Nacional": el franquismo, seguía asesinando, dando "el paseíllo" a los que no pensaban como ellos; no, el franquismo no sabía lo que era la compasión ni lo supo durante cuarenta años.
Mi padre conservaba como oro en paño y muy escondido El Romancero Gitano, el miedo no le permitía hablarme del poeta más andaluz, más español, pero que a la vez carecía de fronteras en su mente "estoy más cerca de un chino bueno, que de un español malo", dijo en una ocasión el poeta, dramaturgo, prosista, músico y pintor que pensaba que no sólo de pan vive el hombre, pero que si había que pasar hambre no quería pan, sino medio pan y un libro.
Toda su obra refleja la tragedia como una premonición de lo que le sucedería con sólo 38 años.
Sorpresa-Poema de la soleá (cante jondo)
Muerto se quedó en la calle
Con un puñal en el pecho
No lo conocía nadie
¡Cómo temblaba el farol!
Madre!
¡Cómo temblaba el farolito de la calle!
Era madrugada. Nadie
Pudo asomarse a sus ojos
abierto al duro aire.
Que muerto se quedó en la calle
Con un puñal en el pecho
Y que no lo conocía nadie
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