Emily Dickinson (1830-1886), fue una mujer de sensibilidad y delicadeza exquisitas para gloria de la poesía en inglés. El viento comenzó a mecer la hierba (Nórdicalibros) es una bellísima selección de su poemario en edición bilingüe con una buena traducción de Enrique Goicolea y primorosamente ilustrado por kike de la Rubia. Calentito, calentito, recién llegado de La feria del libro. Se lee en un pis-pas pero se saborea largo tiempo.
Yo morí por la Belleza
Pero apenas estaba colocada en la tumba,
Cuando uno, que murió por la Verdad,
Fue tendido en un cercano lugar.
Me preguntó en voz baja “por qué había muerto”.
“Por la belleza” –respondí-
“Y yo por la Verdad. Ambas son la misma cosa.
Somos hermanos” –dijo él-
Y así hablamos desde nuestros aposentos,
como parientes que se encuentran en la noche,
hasta que el musgo alcanzó nuestros labios
y cubrió nuestros nombres.
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