Si no te crees ese cuento chino de la manzana, la serpiente
y la costilla, bastante machista por cierto, sabes como yo que, desde la célula
primigenia hasta aquí, somos producto de trillones de lechadas que
biológicamente, siempre por la vía del azar, nos han hecho llegar hasta aquí.
Después de un profundo y riguroso estudio antropológico
basado en los miembros y miembras – Bibiana Aído dixit- del Partido Popular estas son algunas
de las conclusiones.
Los Juan Salvador Gaviota que manejan nuestras vidas pasaron
por muchas etapas a lo largo de su recorrido celular, pero sin duda la mayor
parte de su evolución –por decir algo- transcurrió entre las aves carroñeras.
Así, Esperanza Aguirre fue sin duda urraca astuta de las que
cambia de color en función de sus intereses, la Botella una gorrioncilla de escaso porvenir,
la Bañez un córvido de color gris como
la grajilla, Ana Mato una cotorrita come pipas, Soraya Sáenz de Santamaría fue
corneja de pico arqueado aunque también pudo pasar una etapa como pingüinita Humboldt, Cristina Cifuentes fue murciélaga mala, mala y chupa sangre y, siendo bien pensado, la Sra. Alicia Camacho
debió de ser pata o avestruza en algún momento del proceso; de la Cospedal
mejor ni hablar aunque le pega haber sido lechuza.
Entre los hombres, Floriano y Hernando está claro que se
cayeron de un guindo y de un ciruelo y fueron devorados por sendas gaviotas;
Montoro fue un buitre de los que te
roban la carroña en cuanto te descuides; Wert fue cernícalo primilla, pájaro
que se distingue por sus pintas;
González Pons un alimoche o abejaruco, Ignacio
González chorlito o pardillo común, y
como no quiero cansararte más, Rajoy fue sin duda un quebrantahuesos porque está
dejando al país en los ídem, y encima presume
que lo hace por nuestro bien.
Carroña, mucha carroña veo yo aquí.